lunes, 5 de octubre de 2009

Resistance is futile

Acabo de leer esto en una entrada anterior del blog, escrita por Luis:
Hace ya 1 mes que uso la tarifa de datos BlackBerry Ilimitada de Vodafone, la opción mas interesante del teléfono ... estar "Siempre Conectado", con acceso ilimitado a Internet (sin limite de datos y sin bajadas de velocidad, eso si siempre a la máxima velocidad que permita la cobertura).
No sé si los McRateros (si es que alguno se molesta en leer el blog compartido que montamos en un momento de calentura comunicativa) es plenamente consciente de las implicaciones de este servicio. Lo voy a repetir, por si acaso a alguien no le ha quedado claro:

Siempre conectado.

Es decir, siempre. Permanentemente. Llevar siempre la blackberry, el 3G o la PDA encima, y siempre, siempre, tener acceso directo e inmediato a la información, independientemente de dónde estemos. Y no sólo eso: también producir y enviar información de tal manera que los demás tengan acceso a ella, estén donde estén: twitter, SMS o incluso (cielos, qué demodée que es eso ya) la llamada telefónica para retransmitir en directo lo que estamos haciendo: "Estoy saliendo del avión, ahora bajo la escalerilla, me estoy subiendo al autobús ese que te lleva a la terminal", está arrancando..." En fin, para qué seguir. Ya lo habéis entendido, ¿verdad? No exagero, no: me encontré un sujeto encorbatado y con maletín que iba retransmitiendo sus andanzas aeroportuarias. Tentaciones me entraron de seguirlo cuando vi que se dirigía a los lavabos (lo que habría dado yo por oír "me la estoy sacudiendo"...), pero el vuelo me había dejado cansado y mi pensamiento prioritario era llegar a casa.

A esto sumémosle la versión neandertálica de los ciber-implantes: el auricular Bluetooth para el móvil, pequeñito y discreto. Te lo pones, y vas hablando con las manos en los bolsillos y la mirada perdida en el vacío; si estás con otra gente, éstos nunca saben si hablas con ellos o con tu siquiatra invisible. De ahí pasaremos (y si no, al tiempo) a los implantes intracraneales directos. Será muy práctico: daremos un toque de lengua en un diente, pronunciaremos el nombre o número de teléfono, y ¡voilà! Nuestro interlocutor notará un zumbido en su cráneo y no tendrá más que pulsar su diente con la lengua para iniciar la conversación.
Más adelante vendrán las gafas HUD, lentillas HUD, y finalmente implantes retinales HUD. Tardaremos un poco más en tener control cerebral de dispositivos mecánicos, pero ya se están empezando a desarrollar HUD interactivos, es decir, que permiten utilizar la mirada para darles órdenes o información. Entonces podremos leer los mensajes de correo electrónico, los twitters y el blog de McRatas directamente en nuestras retinas. De ahí a inyectarlos directamente en nuestras neuronas mediante impulsos eléctricos, mediará un paso que se acabará dando, de modo que los implantes retinales serán tan obsoletos como lo son ahora los teléfonos fijos.

En resumen: modificaciones corporales para enviar y recibir información de manera instantánea y continua, y conexión permanente a una red colectiva global. ¿A alguien le suena la ecuación? Para los más lerdos, aquí va una pista:


¿Que no? Quizás no lo veremos, pero podéis estar seguros de que sucederá. Tiempo al tiempo. Pensadlo bien: estamos evolucionando, como cualquier otra especie. Y nuestra evolución nos está llevando a interconectarnos; para bien o para mal, el camino elegido por la especie es el de unificar los pensamientos, como hace un millón de años fue el de unificar las fuerzas para cazar en grupo y formar tribus (tribus, clanes, naciones, federaciones... la tendencia sigue también por esta vía). Puede ser bueno y llevarnos a mejorar y seguir adelante, o puede ser malo y llevarnos a la extinción a causa de algún inconveniente que no hayamos previsto todavía (¿quién les dijo a los dodos que era una buena idea tener el culo gordo y poner los huevos en el suelo?), pero lo cierto es que es inevitable. Siempre habrá, por supuesto, fuerzas inerciales, como los "abogados de la privacidad", que se resistirán a poner su información más íntima al alcance de todos. Pero acabarán por extinguirse o, mejor dicho, el colectivo acabará por asimilarlos.

Pero quien piense que el escalón final de la especie humana será la mente colectiva, se equivoca: aún se puede ir más allá.

Resumiendo: Tranquilos. El futuro es radiante y pacífico.